Los del portal de la Cerveza Artesana dicen en su búsqueda de la cerveza primigenia que cuando la civilización daba sus primeros pasos, hace más de 4.000 años, el jugo de cereales fermentados era muy popular en Mesopotamia. Sin embargo, además de los ingredientes básicos, la cebada y la escanda (un tipo de trigo) la receta de la cerveza producida por los sumerios sigue siendo un misterio.
A la búsqueda de esta cultura milenaria, anterior incluso a la del vino, se lanzó nuestro amigo Severiano Fernández de la Cruz desde su Quintana de la Serena natal, leyendo todo lo que caía en sus manos y visitando los eventos más dispares que se realizaban entorno al mundo de la cerveza casera y artesana: reuniones de amigos, fiestas locales, ferias de la cerveza, visitas a “micro-cervecerías”, hasta llegar a convertirse en asiduo de la Feria Internacional de la Cerveza en Núremberg.
Hace un par de años, tras asistir a los festivales de la cerveza casera de Tolivia (Asturias), Seve empieza a plantearse en serio su proyecto de pequeña industria de cerveza artesana, diseñado por él en su integridad.
Se instala en Villanueva de la Serena y busca a un buen maestro calderero que le haga el equipamiento en acero inoxidable que necesita para su pequeña sala de cocción, y de fermentación, se monta su pequeño tren de embotellado y su almacén y se lanza a la aventura creando dos tipos de cervezas: una tostada, la “Castúa”, y una rubia, Pilsen, al más puro estilo de Baviera, a las que integra en su marca “Sevebrau”, con las que va recorriendo los pueblos y ciudades extremeños.
Su tarea es tan difícil como “tirar el córner e ir al remate”: Diseño, elaboración, distribución, gestión administrativa, venta individualizada (puerta a puerta) y a algunos profesionales de la hostelería que se van atreviendo a incorporar poco a poco una cerveza extremeña distinta a la convencional y algo más cara que la del mercado… Todo corre de su cuenta, incluso la limpieza de las instalaciones, hasta que el negocio de para crear algún otro puesto de trabajo.
Sin embargo, deja muy claro que su gran ambición no es crecer ilimitadamente como la mayoría de los proyectos al uso. Su gran objetivo es hacer una gran cerveza artesana, que sea reconocida y querida por la gente por ser distinta y mejor que la que han venido bebiendo en sus canales habituales.
Por ahora trae la malta de la mejor calidad de Alemania (aunque cree que acabará encontrando por aquí algunas cebadas similares). La muele él mismo y la infusiona con agua caliente. Por sus propiedades encimáticas el almidón del cereal se convierte en azúcar (maltosa) y ésta es la “comida” preferente de las levaduras, que se encargan de fermentarlas y producir el alcohol y el gas carbónico (gasificación natural).
Luego añade los lúpulos y todo ello le da el sabor y el aspecto definitivo de su cerveza. Las especiales características del agua del río Zújar en Villanueva de la Serena pone una nota más en la calidad final del producto que elabora.
En conclusión, Seve a sus 50 años, tras más de una década de recogida de información y aprendizaje sobre la cultura de la cerveza, se ha reconvertido a sí mismo. Ha metido todos sus ahorros y su energía en una actividad en la que cree y de la que está enamorado, que empieza con buen pie y que le ha llevado a conseguir la única cerveza artesana producida realmente en Extremadura, de la que sólo falta que hasta la materia prima llegue pronto a conseguirse también en nuestra tierra.
Esperemos que algunos de nuestros agricultores cerealistas den un paso al frente y acaben ofreciéndole una cebada cervecera acorde con las exigencias que requiere la elaboración de una buena cerveza.
Si esto no es ser un buen emprendedor, en medio de una crisis que parece no tener fin, que venga Dios y lo vea.
Fuente: Diario HOY